Autorretrato frente al espejo, 1986 Madera, papel, yeso y ceras 28 x 33 x 44 cm |
A PROPÓSITO DE “VISIONES DE UN CHAMÁN”
María del Mar Lozano Bartolozzi.
Catálogo "Visiones de un Chamán" Otoño Cultural. Cáceres, octubre de 1988
Los temas se entremezclan con iconos simbólicos: cruz, laberinto, agujeros que representan vaginas, y signos universales y ancestrales como la huella de su mano o del pie; pero dando un protagonismo fundamental al vacío, a la gran superficie del papel dejado en blanco, porque ya hemos visto desde el principio que hay un verdadero culto a la sencillez, a la máxima pureza, al volumen solamente insinuado por una ligera línea, a la figura como mero signo, al sexo metafórico. Y así el dibujante es un iniciador que nos encamina a mirar e imaginar, a observar la fenomenología de la vida con los leves destellos de su sensibilidad y de su estética.
Hilario Bravo es un pintor que nos hace pensar aunque ello pueda ser complicado y requiera despojarnos de nuestra habitual pereza mental. Es tan sencillo, pensarán algunos, tan pequeño, tan mínimo, al ver cada uno de los dibujos-collages que presenta en la exposición…y sin embargo son y son diferentes, personales, pero no solos ni únicos. Se incluyen en una corriente de pensamiento, de cultura o de culturas que se reencuentran con las enigmáticas filas de megalitos de Bretaña o con las culturas aborígenes oceánicas o con las intervenciones del land art de Richard Long o con el radicalismo de Joseph Beuys. La prehistoria, Picasso, los conceptuales manan estéticamente para este artista y bebe en sus fuentes queriéndose reincorporar a todo ello como componente de un ciclo universal. Por eso no se puede pasar de largo ante estos dibujos hechos desde unos papeles de distintos tipos. Cada idea (Hilario Bravo da mucha importancia a la idea) requiere su forma y sus cualidades y sus soportes; fijémonos que no es lo mismo el papel de algodón que el de lino con flor de junco o que el rústico resultado de reciclar los papeles de periódicos que él mismo hace. La vida, el amor, la muerte, no se pueden expresar con la misma calidad de papel, con el mismo tono, con la misma luz. Al menos, eso es lo que siente y lo que argumenta Hilario en sus largas conversaciones sobre su obra, y en sus manipulaciones y experimentos artísticos. Y en la colección se revelan conceptos temáticos y técnicas diferentes pero relacionadas: “Amor: fuente de creación”, “La muerte: noción de ausencia”, “Visiones de un chamán”. Expresados con sistemas mixtos sobre el papel que es a veces quemado arañado, perforado, transformado y a menudo con papeles haciendo collages. Utiliza también cera, que provoca sutiles transparencias al gotear caliente sobre el papel, pegamento, lápiz, barniz, y cuenta con el proceso temporal de estos materiales que transformará en cierta medida sus obras.
Sin título, 1988 Tinta y barniz sobre papel hecho a mano 70 x 50 cm |
Los temas se entremezclan con iconos simbólicos: cruz, laberinto, agujeros que representan vaginas, y signos universales y ancestrales como la huella de su mano o del pie; pero dando un protagonismo fundamental al vacío, a la gran superficie del papel dejado en blanco, porque ya hemos visto desde el principio que hay un verdadero culto a la sencillez, a la máxima pureza, al volumen solamente insinuado por una ligera línea, a la figura como mero signo, al sexo metafórico. Y así el dibujante es un iniciador que nos encamina a mirar e imaginar, a observar la fenomenología de la vida con los leves destellos de su sensibilidad y de su estética.
Hilario Bravo, impresionado con la práctica de la expresión plástica en los Encuentros de Pamplona (1972) a causa de la libertad que propugnaban John Cage, el grupo Zaj y tantos músicos, poetas, escultores, que rompían los límites de la manifestación artística, zarandeando la ciudad bajo el denominador común del arte conceptual, quiere hoy demostrar su fe en que es posible continuar comunicándose con el cosmos a través de arte.
Robledillo de Gata. 1988 Ladrillos de adobe y fotocopias sobre cartón 60 x 35 x 45 cm. (ca.) |
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