UN CAMINO
Este mural realizado en el cacereño pueblo de Benquerencia recrea la idea de un caminar espiritual a
través de dos citas correspondientes a dos escritores en lengua española.
En la primera se dice:
El camino subía y bajaba: Sube o baja según se va o se viene.
Para el que va, sube; para el que viene, baja.
Las
cosas podían haber sucedido de cualquier manera
y, sin embargo,
sucedieron así.
Es en esta coincidencia de caminos o trayectos –espacio y tiempo— en la que se inspira el presente trabajo: el comienzo y el desarrollo de un camino vital en la que el lector de estos textos –y el espectador de los murales— se enfrenta a un recorrido simbólico como puede serlo el juego de la rayuela o el parchís, es decir, aquello que J. E. Cirlot llama «el avance de un estado natural a un estado de conciencia por medio de una etapa en que la travesía simboliza justamente el esfuerzo de superación y la conciencia que lo acompaña».
DOS
CONCEPTOS
1. TIEMPO PRIMERO: En el
panel derecho, la inevitabilidad de las cosas se quiere representar durante la
noche como símbolo este del inconsciente y como idea, en la Grecia clásica, de que esta
precede a la formación de todas las cosas, ya que no es el día, pero lo anticipa
y promete. De ahí que sea el primer panel de ese recorrido espiritual en el que
las huellas del caminante ascienden en ese andar psíquico del espectador sobre
el tiempo en el que «las cosas podían haber sucedido», pero que no sucederán
hasta el final de ese trayecto. De la misma forma, y coronando una nube
nocturna y gris, que representa al sueño y al inconsciente, se posa un ave
nocturna que encarna al personaje de la novela a la que el texto se refiere.
2. TIEMPO SEGUNDO: En el panel izquierdo se quiere asimilar con el día esa noción de trayecto para alumbrar la paradoja del camino que sube, a la vez que baja, desde unas montañas que miden su altura gracias a la nube que las corona. Esta paradoja viene dada por las huellas del caminante, las cuales esta vez bajan para encontrarse en el esquinazo de los dos paneles con las que suben, reforzando con ello el sentido polimorfo que señala el autor en la cita elegida.
TRES ESPACIOS
Al doblar un plano
conseguimos un volumen, es decir, dos direcciones distintas en el espacio. Aprovechando
esta doblez direccional que nos ofrecen
las paredes a intervenir, e interpretándolas como dos pensamientos diferentes,
se expone una de las reflexiones en el plano norte –el día—, mientras
que se reserva el plano oeste –puesta del sol— para la segunda.
De la misma forma, cada
uno de estos planos se divide en una imagen superior y otra inferior, correspondiendo
la parte superior al sueño puro de la imagen, en tanto que en el plano inferior
se formula el pensamiento de los escritores que lo sustentan.
Así mismo, al añadir un
tercer plano –aquel que se refiere al suelo, y que no deja de ser una especie
de «casilla de salida»— se crea una disposición axial en la que se desarrolla la
narración de las citas de los libros propuestos, las cuales –pensamiento e
imagen, y direcciones espaciales—, lejos de disgregarse en la planimetría del
espacio, se complementan formando las tres direcciones de un mismo espacio o,
lo que es igual, los tres ejes ortogonales basados en el concepto espacial de
frontón abierto o invertido.
Ese
cuadrado perfecto actúa como la ya señalada «casilla de salida» de un juego que
procura el preámbulo de ese recorrido intelectual a lo largo de todo el mural,
pues es este camino el que sirve de
conducto y unidad a la obra en su conjunto.
En cualquier caso, y para poder admirar la obra desde el punto exacto en el que la perspectiva crea ese juego de trampantojo, el espectador del mural tiene una casilla previa marcada con un círculo a unos metros del mural.
ACRÓSTICOS: Finalmente, el mural propone un nuevo elemento oculto en forma de acróstico, ya que en la escritura de la primera cita se colorean en azul las letras que conforman el apellido de uno de los autores.
De igual
forma, en su panel correspondiente, y para subrayar el juego de la subida y la
bajada, se plantean en el mismo color –aunque esta vez del revés— las letras
del apellido del segundo autor, lo que conforma la idea subyacente de toda la obra:
la ida y la vuelta, la subida y la bajada, el derecho y el revés, porque, en
definitiva, «las cosas podían haber sucedido de cualquier manera y, sin embargo,
sucedieron así».
MENOS DE
CIEN, MÁS QUE MIL
Hilario
Bravo
Es encomiable de qué forma algunos alcaldes se enfrentan, desde sus cargos, a las amenazas de la despoblación y a los diversos riesgos de identidad y continuidad de sus respectivos pueblos.
Es este el ejemplo de Benquerencia, una de las cinco poblaciones extremeñas con menos de cien habitantes, que ha de luchar contra las adversidades que supone encarar, con tan reducida población, los derechos a una completa asistencia sanitaria, bancaria, educacional, etc. Pero es en esta deficiencia donde estos alcaldes se crecen, "removiendo Roma con Santiago", para tratar de paliar estas carencias con su fe, empuje, conocimiento y tesón, en la certeza de que "menos es más", como sentenció Mies van der Rohe, el gran arquitecto de la Bauhaus.
Recientemente se ha producido un hecho que es ejemplo de ello, y que atañe en primera persona al autor de estas líneas. Conocedor de la renovación que subyace en toda iniciativa, Alberto Buj, como alcalde, ha emprendido una campaña cultural de señalización de Benquerencia como centro literario en Extremadura; y para ello sirvan, entre otras, las citas de concienciación del "estremeñu", con su recital de flamenco en esta lengua, o los diferentes actos de lecturas y encuentros literarios ya realizados.
El pueblo, ya hermoso de por sí al hallarse enclavado en plena dehesa, se ha visto beneficiado por iniciativas municipales –como la profusión de plantas y flores, el nuevo alumbrado de sus edificios más señalados, la creación de rutas senderistas, etc. Pero es dentro de ese discurso literario que se ha decidido crear una nueva faceta para introducir a las artes plásticas en este proceso de embellecimiento y actualización. Consciente la alcaldía de que este distintivo literario puede crear esa diferenciación y personalización del municipio, fui llamado por la corporación para aportar, como artista plástico, mi granito de arena a esta loable iniciativa, a sabiendas de la cada vez mayor cantidad de pueblos que se afanan en embellecer sus calles con murales. Pero es el hecho de esta ya señalada vertiente literaria, ese sesgo intelectual, lo que más me atrajo de la iniciativa puesto que, en efecto, crea esa diferenciación con todos los demás.
Tras un año de preparativos y varias semanas de trabajo conviviendo con los vecinos de Benquerencia, recorriendo sus calles, conociendo sus oficios y sus expectativas, admirando las imágenes y los frescos de la ermita del Cristo del Amparo –una de las 7 maravillas de la comarca—, visitando su puente romano, paseando por los cercados con el noble burro y la sencilla oveja, escuchando el croar de las ranas en la charca vecina, admirando ese cielo estrellado que deja ver la Vía Láctea y, en fin, alternando con los vecinos en un intercambio humano de ideas y también –por qué no— de vinitos y cervezas, he podido tomarle el pulso a la forma de vida de un pueblo de menos de cien habitantes donde, si bien faltan cosas, reina el único vecino que no está empadronado: el encanto de sus gentes.
Es, por ello, que el trabajo que allí me ha llevado, más que pintar un mural, ha sido señalar un camino el cual, finalmente, me lo ha marcado Benquerencia a mí, puesto que el proyecto recogía la idea de trazar una senda que fuese el comienzo y el desarrollo de un recorrido vital a través de las directrices establecidas por las citas literarias, fundamentos del tema. Un camino iniciático –como en el juego de La Oca— donde el espectador pudiese pasear dirigido por sugerencias temporales, espaciales y direccionales indicadas por los tres muros y el suelo intervenidos; es decir, aquello que J. E. Cirlot llamaba «el avance de un estado natural a un estado de conciencia por medio de una etapa en que la travesía simboliza justamente el esfuerzo de superación y la conciencia que lo acompaña».
De esta
forma, dentro del juego mental que la obra plantea para implicar al espectador –incluido
la omisión del nombre de los autores de las citas literarias, los cuales de todas
formas figuran en forma de acrósticos— este juego se ha visto ampliado al
atrapar al propio autor en su engranaje, puesto que esa senda, que yo mismo
proponía, me ha atrapado el alma durante la ejecución del mural. Y ello no ha
sido tanto por la implicación, como autor, con mi propia obra cuanto al trato
diario con las gentes del pueblo, que han ido conformando una relación
imperecedera en el corazón y en el recuerdo.
Benquerencia, 30 de junio de 2022
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