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viernes, 16 de marzo de 2012

2003 SEMÁNTICA CAUTIVA, IV

LA FORMA EN TANTO QUE MOTIVO,

O EL CAMBIO DE LATITUDES EN  LA OBRA DE HILARIO BRAVO

José Manuel Ciria


Carta abierta, 2004
116 x 89 cm
Siempre resulta más fácil y hay mayor asepsia al escribir de la obra del artista que desconocemos, que cuando se desarrollan implicaciones personales o el artista en cuestión es un amigo. Difícil trabajo el del hermeneuta cuando para describir unas obras, se mezclan las ideas propias sobre el trabajo en cuestión, las indicaciones que del mismo hace el artista y los afectos. Sí, Hilario y yo somos amigos, lo somos con enorme complicidad y lo somos desde Roma, aquella Roma siempre eterna que tuvimos la suerte de compartir durante la primavera y verano de 1996.
Pero no es lugar aquí para recrear las anécdotas, que puedo asegurar que son muchas y jugosas, sino sitio para acercarnos a la obra de este pintor singular. Mi información sobre el trabajo de Hilario era escasa, cuando atravesé el umbral de la puerta del taller de la Academia, allí ante mis ojos un pintor cauto iba mostrándome una serie de trabajos de especial evanescencia, Catena d´acqua-Villa Lante, Nuvola, Giardino di sabbia… Comprobé por medio de catálogos que la obra, en contacto con Roma, se había transformado, los cuadros de Roma eran romanos, se supone que para eso nos enviaban allí. Hilario estaba tranquilo, visitando Villas y Giardinos, y atrapando con los pinceles el susurrar del viento contra las hojas de los árboles, la lluvia que caía de una pequeña nube en un cielo despejado, o las formas de los surcos del agua de un pequeño estanque, es decir, aquello que Hilario es capaz de interiorizar y posteriormente proyectar con la mayor de las sensibilidades. ¡Que artista tan raro, pintando estas cosas sin conceptos ni ideologías, buscando sólo la belleza!
Pizarra atenta, 2004
146 x 114 cm
Como el espectador puede suponer, el espacio físico donde se desarrolla el trabajo creativo influye enormemente en los resultados que se obtienen. Es más, solemos buscar y ahondar en esa diferencia. El cambio de escala, de iluminación, de estación atmosférica, de orientación, de simple espacio, conlleva un giro, una forma diferente de plantearnos el mismo problema, o bien, el salto, la búsqueda de soluciones nuevas. A la vuelta de Roma, Hilario Bravo cambia de taller en Cáceres, y el resultado favorece a un nuevo clima, a nuevas preocupaciones, Las Cuentas de Caronte, magnífico grupo de trabajos, que el espectador portugués tuvo la oportunidad de disfrutar en la exposición previa que de la obra de Hilario organizó António Prates, posteriormente de haber recalado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y el MEIAC de Badajoz.
Después, una estancia en el infierno, la necesidad de ampliar horizontes, el sacrificado abandono de la familia y del hogar, el traslado a Madrid con sabor a tristeza pero con la urgencia y energía de lo inevitable. Madrid, de nuevo, transforma a Hilario, e Hilario transforma a Madrid, entiéndase cara a sus amigos, cara a las personas que le queremos. Conversar con Hilario, por si acaso nunca lo había mencionado, es entrar en un territorio de sinceridades, de profundidades abisales, de preocupaciones metafísicas y existenciales, de complicidades y de afectos, de amistad sin dobleces, sin envidias, sin ansia. Esto lo sabemos los que le conocemos bien, para el que se mantenga en la superficie Hilario quizá parezca un tímido o un huraño, un prepotente o un altivo. Ante una persona así, debemos entender su gravedad, debemos darnos cuenta que la obra y la persona forman parte del mismo cuerpo, debemos admirar no tan sólo los trabajos, sino la honda honestidad.
A pesar de lo grave, siempre hay espacio para la sonrisa y la ironía, Suite Intersecciones se llama este conjunto de nuevos trabajos, que él a rebautizado en un bucle o gazapo de restar toda carga como Suite Escocia. Durante el último año Hilario ha querido reinventarse. Durante todos estos meses, he tenido el privilegio de ir viendo como el trabajo se ha ido desarrollando, como la obra ha girado sobre sí misma modificándose, como han aparecido nuevas preocupaciones y soluciones formales, y como la obra ha ido creciendo en ambición y posibilidades. La forma en tanto que motivo, en un viaje único sin vuelta, sin desdecirse, sin renunciar como ante un buen Matisse necesitados únicamente de un buen sillón acompañante, y no por ello debemos desorientarnos y pensar que en esta obra nos existen planteamientos conceptuales ni preocupaciones teóricas.
Principio de escritura, 2004
162 x 130 cm
En lo estrictamente formal existen infinidad de novedades, el color siempre reducido, como es lógico en la obra de Hilario, aquí se ha visto invadido de nuevas gamas mucho más poderosas, las bien seleccionadas tierras, el ocre amarillo, los acordes de grises, el rojo inglés y el negro, un negro perturbador, un negro ombligo de las composiciones devorante cual Saturno, un negro agujero negro que atrapa las composiciones. De repente un torso femenino, María, unas grecas en carbón, las formas ondulantes del agua, números travestidos en palabras, sí palabras, palabras convertidas en elementos compositivos, palabras con contenidos que juguetean por la superficie brindando un aparente divertimento lúdico antes de caer en su significado, cruces e intersecciones, Malevich de música de fondo, el lucero del taller incorporado a la tramoya compositiva, la filtración de la luz en espacios irreverentes a lo lumínico, los surcos, el goteo, la búsqueda de caminos, aspas, punteos, salpicaduras, chorretones, otra vez la mancha negra, el damero, el animo, las bandas, esa línea alta de horizonte, un dejarse ir, un pintar con los dedos, con la mano, con la urgencia de no esperar a empapar el pincel, un abandono del centro y conquista de los laterales, de los límites de la obra, de las esquinas, una forma totalmente nueva de componer, un nuevo Hilario Bravo, que a pesar de lo acontecido, no traiciona su sendero, su forma de ver y entender la pintura, una entrega a lo humilde, a lo mínimo, a la apariencia pobre, a lo mate, a lo austero, a la profundidad, a lo auténtico.
Definir un territorio expresivo implicándonos en su dimensión, quizá sea la conquista alcanzada por Hilario en Madrid. No debemos abandonarnos en una serie de ideas disgregadas, difusas, sino intentar vincular dichas ideas mediante un método, una normativa, para observar que cada solución formal, cada recurso, cada fragmento se relaciona con los anteriores y los que le siguen. Hemos comentado en alguna ocasión que la pintura cuando se singulariza necesita como la “banqueta de un bar” de al menos tres patas: lenguaje, dicción y verbo. El lenguaje a ciertas alturas se consigue simplemente con la repetición de elementos o recursos, las denominadas variaciones significativas por el semiótico. Hilario Bravo en ésta Suite Intersecciones (o Escocia) nos habla principal y redundantemente de la dicción y el verbo. Toda solución aditiva cabe, cualquier verbización es declinable, la obra contiene una forma de autentificación interna que no depende de parámetros externos. El proceso constructivo por medio de los recursos utilizados como collage, aparte de caracterizar este grupo de obras, las dota de una dimensión investigativa sobre sus propios procesos, cuestión ésta que no había aparecido en formulaciones previas del trabajo de este artista.
Signos de rosa negra, 2004
100 x 81 cm
Si la obra remota de Hilario Bravo debemos circunscribirla a una permanente búsqueda de la belleza y la liricidad, el bloque intermedio (Las Cuentas de Caronte) debe entenderse como una expresión de profundización espiritual, de sufrimiento metafísico, de mera e inexplicable existencia torturada, de grito. Esta serie última, aparte de las nuevas y ricas soluciones formales ya mencionadas, obligatoriamente debemos observarla como la de las implicaciones discursivas. Madrid, ha debido sentar bien a Hilario, cuando ha conseguido en pocos meses dotar a su obra de unos contenidos y un bagaje que previamente simplemente no existían. Se trata de, como hemos dicho, una utilización constructiva de los recursos que se hace corresponder o se emparenta a una especie de universo plástico y formal, que por medio de dichas “herramientas” otorga un indeterminado número de contenidos poéticos ofrecidos como vehículos de una expresiva comunicación. Los recursos como palabras, como posibilidades verbales, aparte del juego otorgado por las propias palabras. Una especie de guiño conceptual, con el que la pintura de determinados artistas nos sorprende. Un campo de análisis y un vasto abanico de presupuestos expresivos se abre paso en todas las obras que conforman la Suite, una interrelación entre los trabajos en esta gramática que deben entenderse en su conjunto, independientemente de la mayor bondad de uno u otro.
Para terminar este breve glosario, no puedo evitar seguir el dictado y reflexión que estas obras suscitan. Necesito que nos percatemos de tres aspectos. El dispositivo interpretativo que abre líneas conceptuales, permitiendo la configuración de significados, desvíos, cambios de rumbo, derivas. En coherencia con lo anterior, la autonomía doble, por un lado de los recursos, y por otro, de la propia propuesta con respecto a otras formulaciones, inmenso en cuanto a nuevas posibilidades. Y un tercer aspecto, que muestra un proceso de trabajo, que sin recurrir a ninguna influencia ni paternidad o cita, se configura como una manera de pensar la pintura absolutamente contemporánea, quiero decir, de ahora mismo. Sin duda, el Hilario Bravo más interesante que nunca he conocido.

Catálogo Galería António Prates. Lisboa, Mayo de 2003

Pizarra esencial, 2004
100 x 100 cm

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