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miércoles, 14 de marzo de 2012

2004 SEMÁNTICA CAUTIVA, I

HILARIO BRAVO: LA PINTURA COMO REFLEXIÓN
Israel de Bruno



Pizarra del tiempo curvo. 2004
Acrílico, carboncillo y collage sobre tela
100 x 100 cm

Más que cuadros -dice Bravo- lo que desarrollo son reflexiones sobre los temas que en cada momento me preocupan, una especie de pizarras del pensamiento donde con símbolos y colores se plantean dudas y preguntas…” No es casualidad, por tanto, que su obra esté marcada por una fuerte vena reflexiva pero con un sesgo que Bravo califica de “calma, lujo y voluptuosidad, como en el verso de Baudelaire. Vivo un momento -añade-en el que capto que la pintura, ese elemento tan caprichoso y escurridizo, comienza a interesarse por uno y hasta se vuelve dúctil y amable”.


UN COMPROMISO ÉTICO

Quizá la principal característica de la obra de Hilario Bravo es la proximidad con la que se muestra. No hay artificio alguno, ni nada está forzado. Es una pintura que retrata perfectamente a su autor. Es sobria y luminosa. Expresiva y plural. Libre y evocadora como “el estupor que sientes cuando ves por primera vez las cosas y que te guía hacia la introspección. Ése, creo, que es el momento en que nace una vocación a la que cada cual da una respuesta, en mi caso artística”.


Trazos en el agua. 2004
Acrílico, carboncillo y collage sobre tela
162 x 195 cm

Para Hilario Bravo la pintura, pues, es una forma de ver, de pensar y de conocer, “algo -añade- que compromete con lo que de aprovechable tiene el género humano, una forma de ética y de moral aplicable y, por tanto, tremendamente necesaria en el mundo en que vivimos”. Ese concepto de arte es que le apartó, en su momento de los circuitos habituales de aprendizaje para buscar la formación que necesitaba “en un grupo de amigos, todos más mayores en edad y en experiencia profesional que yo. Ellos supieron dirigir mis inquietudes y aprendí más en bares y en museos que en las facultades”

Hilario Bravo está convencido que “el conocimiento del arte es un continuun sin final y cuando crees haber llegado al final de una etapa, surge otra nueva. A mi -añade-me han interesado siempre aquellos maestros en los que es más patente su inclinación al sentimiento antropológico de la vida, como Giotto, Rubens, Goya, Beuys…” Si se buscan influencias en su obra, en su trayectoria artística, el pintor reconoce que “partiendo de una actitud dadá y surrealista -muy de adolescente-inmediatamente me sumergí en un talante expresionista. Todos ellos son movimientos muy románticos, una vez despojados de la ñoñería con que se suele revestir a esta corriente artística”.


UN ESPACIO DONDE REFLEXIONAR


Principio de escritura. 2004
Acrílico y carboncillo sobre tela
162 x 130 cm

El signo, el símbolo, la escritura y la luz, son las principales obsesiones de este artista que las reconoce como elementos indispensables para “una narración del fugaz presente y para transmitir una mayor fe en el género humano”. En el caso de la luz, Bravo asegura que tanto “la física como la interior fueron mi principal preocupación en la serie de exposiciones que llamé Opvs Lvcis y que se mostraron en lugares de culto -iglesia visigótica de Santa Lucía del Trampal, sacristía del monasterio de Yuste, etc- que tanto aprendí a valorar en Roma”.

Sobre esos cuatro elementos Bravo ha levantado una obra en la que está permanentemente presente su lema de que “el arte es un lugar propio para el pensamiento”. Y así, “ese pensamiento se deja guiar por las sensaciones y los sentimientos que esas impresiones dejan en nosotros. Mis primeros recuerdos se remontan a esa edad en la que a los niños se les quedan grabadas las primeras huellas en cada uno de los sentidos. Recuerdo el olor de la sangre en las matanzas de los pueblos, la primera vez que vi el arco iris, la caída de agua sobre agua en las charcas con las lluvias de primavera, el tacto de los canchales revestidos de líquenes…”


Pizarra esclava. 2004
Acrílico, carboncillo y collage sobre tela
100 x 100 cm

Todo un mundo de sensaciones que aún hoy permanecen intactas y que se trasladan a la obra de Hilario Bravo con un lenguaje propio de signos, símbolos y colores que le definen como uno de los artistas más interesantes del panorama actual. Sus últimas grandes muestras -Puertas del sueño, Museo de Cáceres; Suite Escocia, Lisboa; Las cuentas de Caronte, Círculo de Bellas Artes de Madrid y Museo Español e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC)- han supuesto la consolidación de un artista que figura en la nómina de adquisiciones obligadas a precios razonables y con más que justificadas perspectivas de revalorización.



Subastas Siglo XXI, nº 544 Octubre de 2004





Pizarra napolitana. 2004
Acrílico, carboncillo y collage sobre tela
114 x 146 cm





Doble pensamiento. 2004
Acrílico, carboncillo y collage sobre tela
162 x 130 cm

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