HILARIO BRAVO: SEMÁNTICA CAUTIVA
Juan Antonio Tinte
Vehemencia y la luna, 2002 Hilario Bravo, José Manuel Ciria y Antonio Forgué 162 x 185 cm |
Una toma de conciencia inicial va dando paso a otra, dentro de un mismo proceso de conocimiento. Por eso las verdades, lejos de cualquier determinismo, no son definitivas. De hecho es la certeza aquello que hace insoportable el tránsito; merma el pensamiento porque tras ella nada hay, y, sin embargo, se persigue a través de una fórmula bipartita que, en la condición consciente de la existencia, nos aleje del existencialismo como camino alternativo.
En ese estado intermedio o tercer estadio, se encuentra la obra de Hilario Bravo, un autor en permanente búsqueda de respuestas. Hermético como pocos hallamos conocido y cualidades pictóricas adquiridas en la profundidad de una revelación con caudal interior. Es por eso que no es precisamente misteriosa, sino reveladora su pintura, un torrente de caminos jalonado de matices que tejen el laberinto de una misma cosa desde la perspectiva de quien sabe manipular la renuncia a lo fácil con el compromiso del descubrimiento personal.
Será, pues, el espectador quien se engañe a sí mismo si la vanidad no le permite otra cosa; porque estas pinturas que ahora presenta Hilario Bravo, se nos antojan más sólidas que nunca, necesarias dentro del proceso que de tiempo viene escrutando minuciosamente en partes, bellas en composición y forma en lo puramente plástico y más allá de esto donde el entendimiento es integrador de su particular ética.
Efectivamente, esta muestra puebla de riqueza gestual un mismo lugar de perspectiva ascética, en la que el temor a la amargura es un soporte que gana espacio, pero como telón de fondo, no en tanto que prioridad. De ahí que el color sea ahora un rango de encuentro, una ventana que sucede a la oscuridad en la que se descubre el sentido de las palabras que ahora se pronuncian por derecho propio en forma de pintura tan abrupta como sublime, tan aguda como jugosa de elementos.
Pero no nos olvidamos, y cuando apuntábamos acerca de si el espectador pretenderá engañarse a sí mismo o no, en efecto no lo hacíamos con la única intención de reducir nuestro interés al plano pictórico. A más de esto y conociendo la trayectoria de Hilario Bravo, a nosotros nos parece que la propuesta del artista alcanza hoy un estado de "Arte" donde el "Argot" da la sensación de querer manifestarse como lengua universal e innata, en una teoría y práctica de la mística como antes de Babel.
El Punto de las Artes, 24 de Octubre de 2003
Pizarra infiel, 2004 Hilario Bravo 162 x 135 cm |
No hay comentarios:
Publicar un comentario