Hilario Bravo
(Extractos)
13 JULIO
Todo un día de cielos cubiertos sobre esta sinfonía del desconcierto que es DF.
Algunas gotas golpeando sobre la buganvilla del jardín me despiertan de las líneas que trazo –con más afán que acierto— para centrarme en el trabajo de buscar las tres imágenes que me traen hasta esta parte de América (¡América!)
***
Recogemos el hermoso papel japonés que ya nos tiene preparado la bella Patty tras llegar de la colonia Observatorio a la colonia Polanco. Dos mundos, dos polos.
Jardín de las ninfas. 2005 Aguafuerte 70 x 50 cm |
19 JULIO
Finalmente, y ya de vuelta, el trabajo. Primer día con Nunik, Juan y Julio.
Tiene Nunik Sauret un estudio encantador. Una casita a la que se accede por un mínimo jardincito colmado de macetas y cerámicas que se advierten envueltas por el ligero rumor de un chorrito de agua. Una amplia entrada acoge a la mesa que alberga indistintamente un frutero con uvas, una litrona de coca-cola y unas cajas de cartón repletas de pruebas de color. Un amplio pasillo nos lleva hasta la mesa de las magias in-comprendidas que algunos llaman tórculo. Y todo, absolutamente todo, lleno de grabados enmarcados y embalados con burbujas, botes de místicas tintas y útiles de grabador.
Allí es donde Juan celebra sus ritos de fuego a la hora de resinar las planchas sobre el macetero metálico que le sirve de altar. Esgrime entonces un alambre en cuya punta colocará una gasa y a la que después prenderá fuego. Atento al cambio de brillo que los genios del calor imprimirán a la superficie del cobre, este increíble indio cobrizo –de pulcra y larga coleta, simpático, risueño y vital— se muestra en ese momento transido como un chamán.
Julio es el impresor cuya seriedad y pulcritud le hacen amar el papel como quien ama su oficio. Atento, pero retraído, con esa sonrisa que parece ocultar una vida atormentada por los amores, Julio trata al papel como quien trataría a su amante, con delicada firmeza y con la entrega que da la pasión.
Pero, si hay alguien puede llevar a su más alta significación el título de maga adivinadora de los comportamientos de la materia, ésta es Nunik. No hay recurso, giro o truco, vuelco o inversión, técnica, maña o industria y hasta, si es preciso, engañifa al que su desparpajo y su habilidad no puedan recurrir por solucionar cualquier problema con el que los crueles gnomos del grabado quieran enredar. Bella y acogedora como una matrona mexicana, Nunik se muestra parapetada y lista para los combates mágicos tras su delantal de tela vaquera, enfundada en su largo chaleco de ochos de lana, tras sus cognoscitivas gafas y entre las perlas de sus pendientes.
22 JULIO
Catorce horas en el estudio de grabado, catorce horas en el estudio de Nunik Sauret, catorce horas de güeva batallando con este primer y más que puñetero grabado que no quiere salir si no es encharcado como furiosa tlapalería, falto de gracia y empastado, con demasiados elementos y sin vida propia. Dura, correosa experiencia de hora tras hora, que sólo la reveladora simplificación y las artes de Juan y Julio, el tesón ejemplar de Nunik y la perspicaz vista de Leti han sabido encuerar, enderezar y hasta revitalizar... ¡qué descanso!
De la obsesión por una imagen o de cómo su contraria nos revela otras más sugerentes. Una primera estampa, quizás tan sólo digna, pero que abre un nuevo camino a futuros trabajos.
Jardín de ausencia. 2005 Aguafuerte 70 x 50 cm |
25 JULIO
Uno parece tener las soluciones en la misma cuenca de las manos cuando realmente no están allí… ni tan siquiera al alcance de la yema de los dedos.
Aquel primer grabado, que tras tanto esfuerzo pareciera ya encarrilado, no ha dejado de dar tormento durante las doce horas que ha durado la sesión de hoy. Definitivamente se impone un drástica solución, una alternativa de choque que pretendo haber hallado. Es, sin embargo, prudente esperar a mañana. Tal vez el nuevo día traiga respuesta a tanto desconcierto.
El segundo grabado, por el contrario, ha llegado sólo. Desde el primer momento supo imponer su propio carácter, imprimió desde el comienzo su autoridad. Ha salido a la primera, quizás algún ligero retoque. Fuerza, color, contraste, intensidad narrativa y calidades que vinieron de aciertos, pero también de casualidades, aquellas que quisieron imprimir los erráticos duendes del aguafuerte.
He comenzado la plancha del negro del tercer grabado y parece venir también con buena vibra . Ya se verá…
– ¡Genios del ácido, misericordia y buena honda, güey ! ¡Genios del descanso y de la armonía, cambiadme los vendajes en la herida supurante de esta fecha!
26 JULIO
Trece horas de grabado para reconocer al tercero como bueno ya al primer golpe de vista, quizás también con pequeñas correcciones; pero, igualmente, para atragantárseme el primero por contraste, como aquel hueso de cordero de la infancia que se me incrustara en la tráquea.
27 JULIO
Este México de lluvias que me trae en su repiqueteo, en su insistencia y en su frescor el latido de las lluvias romanas del invierno del 95, los truenos ya sentidos, las aguas ya bebidas, la soledad ya vivida.
Sobre el tejadillo de cristal del mirador caen las gotas, deslizadas del níspero que lo cubre, sonando con el desasosiego de un cronómetro con arritmia, con la desazón del tiempo que pareciera renquear minutos antes del colapso. Mas, al fondo, la cortina monótona de la lluvia sobre las hojas y las flores de la buganvilla, que aporta el contraste de la suave gasa de una promesa tranquilizadora.
Rayitos verticales
que tiemblan a la luz,
sacuden las farolas.
Ruido de helicópteros.
1 AGOSTO
Otras nuevas doce horas de grabado. Entre el cansancio –según el dicho de por aquí, me siento como araña fumigada— y la torpeza, doy por válido el tono naranja del primer y atragantado grabado que he dado en llamar Jardín de ninfas; el segundo, Jardín de ausencia es el mejor; y, sin desmerecer, Jardín del chango, el tercero.
Comida con mixote, que es carne de carnero deshilacha y cocida en una envoltura de piel de maguey . Se acompaña de frijoles y arroz con jitomate. Cebolla en vinagreta picante, por supuesto. Ensalada y salsa de chile verde, picante, claro.
Jardín del chango. 2005 Aguafuerte 70 x 50 cm |
2 AGOSTO
Día para el descanso, la reflexión y el trueque. Me quedo con una serie de grabados de artistas mexicanos. A cambio, una interminable firma de papel en blanco para estampar los grabados.
4 AGOSTO
Mañana de firmas y facturas, de directrices para Julio –el preciso estampador— y definitivo bon à tirer de los grabados. Mañana de bancos y últimos movimientos. Hasta aquí este México, este primer México de mi vida. Aún falta más México.
Mañana en la que la deliciosa Leticia deposita en mis manos una sirenita con el deseo de que encuentre la mía, de una vez. Mañana en la que Nunik me despide cantándome las mañanitas por teléfono, las primeras mañanitas en mis –y de mis— nunca asumidos nuevos cincuenta años. Y los fieles y queridos Leticia, Nora, Gustavo y Francisco que me despiden con botana de cacahuates con limón como preludio a una comida yucateca a base de panucho y cochinita pibil con los que pretendo agasajar su amistad. Nora y su amado "frapuccino", intercambio de tarjetas y promesas, abrazos y deseos, besos y cariñadas...
En medio de la curva lluviosa de esta despedida, consecuencia de un día amanecido para mí triste y para todos oscuro, me duelen el deseo no satisfecho de regalarle un hermoso ramo de flores a Leticia, y esta espera a esas desplumadas alas que me transporten a la distancia de Europa y al no deseado olvido de este pedazo de América.
Tarde de dolorosa despedida en un partir que quizás sea un adiós o un quizás volver. Estar ya para siempre en México y en la hermosa lluvia de todas las tardes.
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