Los azabaches dominan las arboledas del Lungotevere, y las casas.
El cielo se apaga en azules profundos y tan sólo el rosado todavía fulgente de las nubes, por entre las que aparece la luna llena, insufla a Roma el más hermoso último aliento del día.
(3 Oct.'09)
No hay comentarios:
Publicar un comentario