Manuel Vaz-Romero Nieto
Mujer atravesada por un tronco, 1990 Hilario Bravo 61 x 61 cm |
Es la primera vez que me acerco a la grafía inquietante de Hilario Bravo.
Sus mitos, símbolos y mística me han sorprendido. Pero, a mi juicio, más que ante una obra "plástica", sólida, estamos ante un pensamiento, vía pincel. Más que "pintura", es comunicación por imágenes en estado puro. Y esta imagen puede tener mil significados o ninguno. Y la poesía de aquélla viene a ser un método didáctico que intenta explicitar conceptos e ideas, las que se pueden interpretar de mil maneras, pero nunca se sabrá, si no hay previo aviso, cuál es la interpretación exacta, porque no existe. Tales premisas las señala Carlo Argan, sobre la obra de Paul Klee, lo que viene como anillo al dedo con respecto a la exposición de Hilario Bravo en la sala del Colegio de Arquitectos.
Nuestro pintor se acerca al "mito" con enorme curiosidad y hondo respeto. Y blandiendo su estilete, agudo, de artista, se va introduciendo, absorto, en la maraña de su particular "Bosque de Diana". En él ha encontrado el mensaje eterno de lo femenino; ha sorprendido a Diana en su baño –ya pintado por Clouet, Carraci, Wateau y Bouchert—; ha conocido lo que significó Mitanni en su arte ama1garna de elementos mesopotámicos, egipcios y egeos; se asombró de Nínive, con los dos mil relieves del palacio de Senaquerib; visitó a Artemisa, aquella diosa del amor, cuyas sacerdotisas practicaban la prostitución ritual, y se bañó en el Nilo, cabe la sombra de la Esfinge...
Sin salir de este bosque frondoso de Diana, ha mirado, desde la orilla, a ese "río que alimenta el arco iris", y tuvo en la palma de su mano, que no en su paleta, todo cuanto ha significado siempre estos tres elementos de la naturaleza: tierra, agua, fuego. Tierra, que pisa estremecido; fuego, que le quema, y agua, que le da paz y ternura. Unos pasos más, Bravo ha visitado a Onfalia, la reina de Lidia; y a una luna, alta y tersa, junto a sus ramos de olivo. Finalmente, quedó atrapado con la dulzura y el engaño de cien sirenas, que lo llamarían insinuantes y coquetas.
Mujer atravesada por un río, 1990 Hilario Bravo 61 x 61 cm |
Pero, esta aventura, llegaría a su "clímax", cuando regurgita esta imagen-pensamiento: "Mujeres atravesadas". Atravesadas por un río, por un tronco y por puntos de fuego.
Ante esta hermosa metáfora que él mismo crea, reflexiona sobre la vorágine del sexo, y sobre esa mujer que se da toda sin quedar nada para sí. Hilario, aquí, ha hecho un cálido panegírico de la auténtica dimensión de la feminidad, que se pierde en la noche de los tiempos.
La mítica excursión de Hilario se cierra con un campo de "cenizas", donde el símbolo se hace críptico y hermético, pero a la vez excitante. Sus ojos, de esteta crítico, han visto cálices, el ruido seco de "tormentas", el temblor del tiempo fugaz, la "escala", frágil, que se rompe nada más que pisarla, la copa negra y ese signo + (¿o cruz?). Y puntos, muchos puntos, como pequeñas estrellas que le guían en sus signos cabalísticos.
El artista ha contemplado toda esa espléndida escenografía, con el más exquisito misticismo franciscano, como Giotto y Fra Angélico miraban sus lienzos, con infinito amor; y hasta con pudor. En esta mística de Hilario Bravo, emerge un arte lleno de sensualidad, pero depurada de pensamientos bastardos, ya que es posible entrever; paradójicamente, una corriente espiritual, incontaminada, primitiva, podada de cualquier acento de frívola retórica. Misticismo que, por otra parte, no está exento de un vigoroso lirismo, en la leyenda heroica de su mitología personalísima, en la peculiar teología de sus diosas, en la dulce feminidad de sus mujeres, en la magia de sus símbolos, y hasta en la misma textura; pobre, de sus lienzos. Mística y lirismo, en fin, en su palabra directa, en su poética, y en sus imágenes audaces sobre la muerte, la soledad, el amor y la vida.
Mujer atravesada por las aguas, 1990 Hilario Bravo 61 x 61 cm |
¿Cómo son los símbolos del pintor? Se ha dicho que este "chamán de la tribu", ha creado y fabulado sus propios iconos. No del todo cierto. Porque en el cuadro del citado Paul Klee "la última nieve" (Galería Galatea de Turín), tiemblan, frágiles y bellísimos, los mismos iconos que tienen presencia en los de Hilario, como son sus cálices y sus remedos de árboles, sus escalas, sus ramas de olivo, sus relojes de arena, sus puntos, etcétera. La misma grafía, aparentemente pueril, es común a ambos pintores. Como es común su asunción del arte, como reflexión ante todo, como un acto mágico con resonancias del mundo infantil, como acumulación de una serie de formas y motivos ingenuos reelaborados sólidamente con la técnica y los conceptos de artista moderno, que el mencionado Carlo Argan corrobora.
Este era el "suceso" que nos ha contado Hilario Bravo, a través de su cuelga llena de interés, que se puede interpretar de mil maneras, desde ópticas muy diferentes, pero que yo he preferido seguir las vías que el mismo pintor me ha marcado: las de la metáfora, de la palabra y la imagen, que ha sacado de su sueño, sobre la noche de la historia, la fábula y el mito.
HOY, Cáceres, 24 de febrero de 1993
Mujer atravesada por puntos de fuego, 1990 Hilario Bravo 61 x 61 cm |
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